domingo, 19 de octubre de 2014

Starshine

Los pasos parecen atacar el asfalto,
pero es sólo culpa
de esta calma hueca,
esta noche sin estrellas,
plaga de apática luz naranja
que acentúa las tinieblas en su borde.

El viento, ausente, inquieta
a la misma noche,
y hasta los rincones más oscuros
tienen sombra.

El silencio es opresivo,
eclipsa hasta la idea de una nota,
y no hay una sola luz
alzada al cielo
que haga retroceder
a esta negrura insomne
y miserable.

No merece la pena correr;
un miedo,
visceral,
a ser oído
es superior.

Hay un coche, congelado,
con los ojos abiertos,
Moisés en las tinieblas,
abriendo un camino inútil.

No hay luna a la que rezar,
ni aire en que reverbere
un grito de socorro,
y no hay nada
entre las sombras
que no aterre conocer.

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