jueves, 23 de octubre de 2014

Something I said

Qué difícil es levantar
tu propio cuerpo, desmadejado
de un sofá
en el que ya se ha marcado
tu silueta.

Abandonar tu estampa
de egregio cadáver entronizado,
e incorporarte,
con un bajo por cayado,
para ver que es evidente
que ha acabado
el tiempo de apatía.

Qué difícil es volver a la vida
cuando no recuerdas cómo afinar,
y las canciones que más necesitas
no acuden cuando las llamas,
porque borraron tu nombre de su agenda,
y no recuerdan en qué calle agonizas.

Asomado al exterior,
la tormenta no inspira confianza,
pero en algún momento
hará falta salir.

Qué difícil se hace
esperar algo que nunca llega,
que te hace preguntarte,
en la espera,
si realmente lo deseas;
las dudas, viejas conocidas,
se plantean,
si entrar en escena
o darte una pequeña tregua.

En un tejado, a la luz de la luna
espera pacientemente
una vieja versión de ti.
Analiza la panorámica
que a sus pies se extiende,
y la pinta de azul cielo;
tal vez intenta reflejar
un refugio
que le está vetado.

Qué mal sienta
una aparición inesperada
justo cuando empezabas la canción;
qué difícil es caer en la cuenta
de que has salido de la cama
para volver a llenar una red rota
con los peces que colapsan las calles inundadas,
y, que realmente,
nadie es responsable de ello.

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