viernes, 10 de marzo de 2017
Qué estúpido momento nos envuelve
sábado, 25 de febrero de 2017
Pizza con piña
martes, 21 de febrero de 2017
Pasos perdidos
lunes, 23 de mayo de 2016
Espacios nocturnos
domingo, 28 de febrero de 2016
Qué noche más turbia (así de amanecida)
Va sobrado el camarada Désfecholé, abriendo las puertas de la calle y encendiéndose un cigarro de toro almibarado frente al dobrino policiente.
-¡Poli!- lo provoca el sibarita del ridículo- ¡Aquí hay un melocotonazo esperándote!
-Amo a vé, licenciado de la torta -le responde enfebrecido-: no estamos todavía a hora de descañizar y ya andamios con las pollas en la boca. Me te relajes que como nos pongamos soliciantes te composto, ¿eh? Vamo a calmarno.
-Mire usted, egregio adalid de la ley que luego tal: me siento hoy algo comunista, así que nos burlaríamos si dijera que no puedo mancuriosear unas birrucas avec vous. ¿Cómo lo ves?
Acabadas estas palabras, el cigarro almibarado vuela bucólico de la mano y parece dirigirse hacia la tabla'l pecho del desdichado policiente.
-¡Caracandao, que se te va a clavar!
-¡Hideputa, eso es spoiler! -alcanza a exclamar antes de salir despedido hacia atrás con anhídrica vehemencia.
Désfecholé Pajarestri se lleva las manos a la cabeza y profiere la última exclamación que se le recuerda, síntesis del saber y conocimiento que le son inherentes:
-Alucino pepinillos, tron.
Ante la filípica épica y fálica, el dios de lo abdiestro (en ausencia del absurdo) le provoca tal catacrocker interno que no hay ni forma de poner un final normal.
miércoles, 18 de noviembre de 2015
¡Lumen!
jueves, 22 de octubre de 2015
La sublime elegancia de las chaquetas de cuero con cremalleras de alcanfor y su relevancia en la humedad del suelo
La razón de la sinrazón que a la sazón se hace recuerda que innumerables grupos socioculturales han abanderado esta prenda como símbolo y reminiscencia de armadura primigenia, desde el nacimiento del rock and roll hasta los vestigios del punk. Siguen, a día de hoy, evocando esa impresión de trofeo de caza obtenido tras duras contiendas contra convenciones atávicas, evolucionadas a la par que sus sufridores. A pesar de todo, esta diatriba no viene al caso.
La susodicha baclera, como es de imaginar, podría contravenir el hecho de titular como "elegante" la chaqueta de cuero, pero esto cambió radicalmente con la aparición de la cremallera alcanforera (o alcanforada, según la fuente que se tercie). Adscrita a los primeros años de la década de 2020, pronto se trocó en una herramienta sorprendentemente útil, que facilitaba la apertura natural de estructuras anti-quinésicas (véase, una pared, una veta rocosa, una pieza maciza de cualquier material) como de elementos que ya integraban mecanismos de obertura lineal (como la cremallera básica). Sin embargo, el proceso de cerramiento que esta permitía obligaba al empleo de una cadena de piezas pequeñas muy difícil de reparar en caso de atranque o rotura. La cremallera de alcanfor fue portadora de un ejemplo rayano en el milagro termodinámico absolutamente impensable anteriormente.
Suscitó el interés del público tras haber pasado inadvertido como herramienta desde el principio de los tiempos, al permitir el empleo de dos cinchas sencillas de alcanfor como raíles para la cabeza de la cremallera; en sus formas más complejas, era capaz de abrir desde paredes de hormigón hasta organismos vivos (sin ocasionarle daño alguno, incluso pudiéndolo dividir en piezas intercambiables) sin depender de las cuatro aparatosas cadenetas metálicas que requería en un primer momento la adaptación de la cremallera primitiva. Suponía una violación flagrante de la física: un cuerpo blando podía atravesar uno duro sin apenas dificultad de instalación y utilización. Fue una revolución técnica como no se había vivido desde los tiempos de la rueda.
Asimismo, fue capaz de revertir las fatales consecuencias del abuso en la extracción de agua y las sequías radiales que sobrevinieron desde 2023, y que agrietaron considerables hectáreas laboradas y laborables, asoló zonas agrarias diversas e incluso afectó al cultivo ingrávido, muy extendido por aquel entonces en la costa este norcoreana. La cremallera alcanforera de LeCreaf & Song-Yu demostró su primacía una vez más, al descomprimir y purgar acuíferos ocultos desde la propia superficie terrestre.
Le debemos mucho a la cremallera alcanforera, que aun a día de hoy continúa desvelándonos los más profundos secretos del planeta. El futuro de esta portentosa herramienta se encuentra en el núcleo de la Tierra, al que pronto, se prevé, podrá ayudar a acceder.
sábado, 25 de abril de 2015
Street View - may. 2012
Quizás, por aquel entonces, aún no vivías allí.
Pero un día, seguramente muy pronto, estarás en esa casa. Te convertirás en la reina de todo lo que extiende a los pies de tu décimo piso. Llenarás tu habitación de notas y papeles, lo empaparás todo de ti.
Y un buen día me confundirás con un caballero, me invitarás a entrar en tu palacio, me dejarás cantarte en tu cama. Me mirarás con la cabeza gacha y la boca sonriente, me besarás en cada rincón. Te ayudaré a colgar la ropa y poner la mesa, me quedaré mirando tu cuarto desde la galería como si fuera una maqueta, desde fuera nos oirán cuando estemos solos y unidos.
Por última vez atravesaré la puerta de tu casa para salir, haré esperar al ascensor y a tu madre mientras te beso y sonrío antes de cerrar la puerta. Saldré a la calle, aún no hace mal tiempo, y cogeré el bus de vuelta a casa. Cuando vuelva, si lo hago, nada será lo mismo.
La próxima vez que entre por tu puerta, me temo, me esconderé un par de minutos para llorar, porque aún sentiré en la lengua los fantasmas de nuestros besos, en las yemas de los dedos notaré el tacto del dichoso gotelé, y en el fondo de la nariz, el olor dulzón de las velas azuladas que encendías para ocultar entre sonrisas que unos instantes antes nos habíamos unido sobre tus sábanas.
domingo, 22 de marzo de 2015
Omne
Nada es la niebla gris que envuelve los telediarios y nos pone un velo en los ojos cada día. Lo colocamos entre las sábanas, dormimos bajo su fósil cada noche. Cada día se hace más pesado.
Nada es subirse a gritar a un ciruelo y permanecer inmóvil ante la lluvia de piedras de los que no quieren limpiarse la bruma del rostro.
Nada es un orgasmo color hueso que deja un poso ceniciento en el corazón y una sonrisa marchita sobre los labios que intenta infundir calma pero que carece de significado.
Nada es una máscara de porcelana con la que mirar al mundo y esconder la vergüenza.
Nada es un día plomizo en la mirada de quien te ama y se confiesa a sabiendas de que se romperá el corazón. Nada es el ardor en la frontera de tus párpados al comprenderlo, pero sin lágrimas que lo alivien. Vuestras manos colmadas de dolor no quieren separarse ni pueden estar juntas.
Nada es una mano en tu hombro cuando todo en lo que creías se desvanece. Cada segundo que permanece posada impregna tu cuerpo de desconfianza, pero te abrazas a esa calidez zumbante y desde entonces tus sonrisas parecen cicatrices.
Nada es un aleteo insomne en un cuarto oscuro cuando no puedes conciliar el sueño.
Nada es menos que poco, pero en la nada cabe todo, porque quien no cree en nada está hueco, y por la nada desbordado.
lunes, 16 de marzo de 2015
Peso
domingo, 8 de febrero de 2015
Oxford's Angels (sueño artificial)
mirando, estupefacto, el reencuentro entre el verde de las hojas mecidas por el Soplo y el ámbar del astro que devolvía el color a la materia conforme empezaba a asomar su cumbre por una región aleatoria del horizonte.
-Define lo que es una familia -aquella amigable exigencia puso en marcha su mente.
-Una lámpara -dijo después de un momento-. Un azulejo.
-Pero no para un tiburón.
El huevo del sol, ya totalmente separado de la línea de tierra, ocupó de repente un espacio protagonista en la pantalla. Lo señaló.
-Eso sí. Pero no para una planta.
Hizo un amplio gesto hacia la hierba y los árboles.
-Te acercas. Sigue insistiendo.
Se incorporó sobre los adoquines luminiscentes que marcaban camino en aquel barrio de la noche, empujando las sombras hacia las esquinas. Caminó a su lado.
-¿Los tiburones sienten a su familia?
-Posiblemente no.
Los fluorescentes del autobús sangran un resplandor blanco verdoso que les separa toscamente del exterior sórdido y melancólico. Mira a una chica, apoyada contra la ventana unos metros más adelante. Sonríe, le devuelve la mirada y baja la cabeza, con la curva de sus labios aún iluminando su cara. Finge recolocarse los auriculares y abstraerse. Es bonita.
-Entonces la familia es lo que tú elijas.
-No. Matiza. Cambia de pincel.
Entrecierra los ojos para tamizar la luz solar, que tras una larga mañana ha logrado arañar las densas nubes, y empiez a dar calor a las calles y edificios. Sus piernas cuelgan por el borde de la cornisa de cemento de la azotea. La ciudad se ve de otra manera. Él prefiere quedarse de pie.
-Es todo lo que quieres, o que te quiere.
-Tal vez. Creo que casi estás.
Se gira para mirarle a los ojos.
-Lo que te ayuda... a seguir.
-Y que te recuerda dónde estás.
Calla un instante y sonríe.
-Una devonía.
Nueva sonrisa.
lunes, 12 de enero de 2015
Penicilino (o sonata para mesa de mármol y café aguado en lágrimas)
Todo fueron lágrimas, todo dolor por su parte y por la mía, y una ligera nota de enfado que me vi obligado a aportar cuando hizo su aparición un desconocido que vendía "poemas a la voluntad". Precisamente cuando mi voluntad estaba terminando de escurrirse por mis ojos. Posiblemente, en aquel momento yaciera sepultada bajo la montaña de pañuelos húmedos y fríos que sólo ayudaban a reafirmarme en la realidad: era cierto que se estaba acabando. Se había acabado ya.
Igual que el maldito café, que se quedó frío, y tampoco recuerdo si llegó a probar tus labios. Tengo una vaga imagen de un vaso vacío, pero igual era una mera invención de mis ojos, su muda forma de avisarme de que ya no quedaban lágrimas saladas que echarme a la boca.
Es curioso lo claramente que recuerdo la normalidad detodo el ambiente a nuestro alrededor. La ruptura del pequeño y hermoso copo de nieve que habíamos creado no fracturó el equilibrio de lo que nos rodeaba; aquellos dos chicos siguieron hablando de política, el hombre siguió tratando de vender sus poemas, y por supesto, el café se enfrió.
Ninguno de ellos se dio cuenta de lo que acababa de suceder. A ninguna de aquellas personas se le pasó por la cabeza que, si tardábamos tanto en salir afuera, fue porque teníamos miedo de hacernos cachitos nada más poner un pie en la calle (al menos, eso temía yo). Allí dentro ya estábamos rotos, pero también estábamos juntos, y cogidos de las manos manteníamos en equilibrio nuestras esquirlas. Todavía sentía en mis labios aquel último beso; ligero, apático, de boca seca y agrietada. El beso de una mujer que ya no me amaba.
Y realmente, no la culpo, porque no fue culpa de nadie. Las circunstancias nos hicieron esto, y yo, aunque ella me eximiera de toda responsabilidad, habría preferido responder en su momento a la maldita corazonada, y haber sido la mitad de valiente y honesto que fue ella.
sábado, 3 de enero de 2015
Pegatinas
Habrá quien maldecirá mis huesos porque a ellos les parece un agravio, pero yo te veo preciosa. Te estoy pintando poco a poco, porque necesito tener todos los ojos que pongo sobre tu cuerpo cerca de mí; cuando te abrace y te acaricie querré ver en ellos que me los merezco, y cuando me irrite o me vuelva loco, que me recuerden por qué estoy luchando.
Cada motita de pegamento es un beso sobre tu cuerpo, mi amiga, mi amor, más que hermana. Y por cada pequeño triunfo, te impongo una medalla al mérito de no agrietarte, de superar barreras, de hacer duras las yemas de mis dedos. Y quien se atreva a derrotarte, que lo intente, y te otorgaré el último trofeo que te queda: el de haber logrado que te ganen.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Noviembre
Háblame de qué banda sonora le pones a los día de triste otoño, de cuánto mide el cielo desde tu ventana, dime si ha crecido en este último año.
Responde con sinceridad si alguna vez has caminado bajo una tormenta inmisericorde , pero tenías el corazón tan duro que el frío era lo que menos te importaba, y ni siquiera te diste cuenta de que hasta él te evitaba, resbalando por tu cuerpo como una estatua encerada.
¿A ti también te pasa, que miras hacia arriba y no entiendes cómo el sol puede hacer esas luces, y tratas de olvidar que mirarlo te quema los ojos pero no te da calor? ¿Crees que a ti tampoco te recuerda?
Cuéntame cómo es tu noviembre, si también quieres aprender a hacerte una armadura con las hojas muertas que ya se han despedido de las alturas, para esconderte hasta que la primavera regrese y te despierte con sus caricias tibias de sol y flores.
Dime si a ti también te desbordan tus propias metáforas, que cada vez que tomas aliento y te dispones a grabarlas en papel te suenan más repetitivas, y ya no soportas mirar hacia el cielo cuando llueve para que nadie note que estás llorando.
Cuéntame cómo es tu noviembre, si echarás de menos atravesar el gran paseo arbolado porque ya no está tan verde, si aún no sabes cómo cantarle a la noche solitaria. Te diré un secreto: la música que más le gusta es la de las caricias y los besos de los amantes que se refugian de ella abrazados bajo una manta.
Dime sinceramente cuánto le pagarías al artista que ha pintado esas nubes de color cemento que no recuerdas con claridad qué cielo cubrían, y por las que todavía te estás rompiendo la cabeza.
Cuéntame cómo es tu noviembre, y cuánto harías que durara el mío.
domingo, 9 de noviembre de 2014
Farola
lunes, 27 de octubre de 2014
There, there
La música umbría de las ramas y las hojas cala hasta las raíces de los árboles inmensos, de los zócalos de roca milenaria, hasta el lecho de los ríos. Un aura de protección cubre cada palmo con su manto, y palpita a cada instante, como una respiración que dura eones.
Allí, bajo la luz, al pie del gran árbol, descansa una figura de quietud, una estatua con corazón latente. Fundida con la tierra, cubierta de hierba, tan serena y silenciosa que los pájaros se posan sobre ella, como otra planta más que el viento mece y que la lluvia empapa.
Inamovible.
Allí, donde el hombre no llega, donde las flores hablan con las estrellas, un ser de inocencia y pureza se funde cada día más con la madre a la que tantos otros olvidaron.
lunes, 20 de octubre de 2014
Papel azul
Dará tumbos en la oscuridad, como un ciego borracho y desamparado, el mero roce de su dedo con la pared contigua le provocará un sobresalto; desde ese momento, tardará en dejar de temblar como un flan.
Con un sentido del humor particular, esa frase llegará flotando en dirección contraria hasta que choque con su frente y le recuerde cuánto hace que no ha comido. Un sonoro rugido de su recién desperezado estómago le hará saber que con gusto digeriría la repentinamente apetitosa puerta amarilla al final del pasillo.
Habrá una posibilidad entre un millón de que la sucesión de acontecimientos se ordene así, pero si un segundo gorgoteo hambriento se sincroniza con otro inopinado sobresalto, será irremediable que tropiece al siguiente paso y su cabeza se dirija en parábola inexorable contra el pomo de la puerta.
Presa de su semiinconsciente y dolorido asombro, yaciente en el suelo atérmico, apenas se inmutará cuando la puerta se abra de golpe, impulsada por un viento luminoso que hará huir a las sombras con un alarido, y una voz se pronuncie con una única palabra:
-HOLA
En un instante, el viento, como movido por un impulso unánime, volverá con un latigazo hacia la luz que se encontrará al otro lado de la puerta, arrastrando consigo en el proceso el lánguido cuerpo, ahora sí, totalmente fuera de la consciencia, como si fuera una pluma.
La luz abandonará el inhóspito pasillo con un sonoro portazo, devolviéndolo a la oscuridad y al intranquilo silencio, aunque nadie podría confirmar que así fuera; al fin y al cabo, ya nadie lo estaría atravesando.
De vuelta en el vacío, aún flotando en el feliz limbo de los desvanecidos, su mente dormida será vagamente consciente de que algo ha ido mal en todo momento; al despertar, no recordará de qué se trataba.
-QUIZÁS HARÍA FALTA PROBARLO OTRA VEZ MÁS - se pronunciaría, tal vez, una voz estentórea.