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lunes, 7 de septiembre de 2015
15 step (el Hevangita)
Se partió la rama y se cayó hasta el mundo. Para cuando nos quisimos dar cuenta, los mares lloraban óxido y los niños bajo el sol del desamparo estaban secos.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
Árbol
O cayó, o la colocaron. El caso es que la semilla penetró en la tierra.
Creció, se hizo alta, rígida. Le crecieron manos abiertas, traslúcidas. Algunos nombraban su sangre y sus huesos con nombres fríos y asépticos: era mejor llamarlos "vida".
Se desnudó en invierno, incongruente, y desde entonces lo hacía cada año. Recuperaba su verde bajo la lluvia de abril. se vestía de gala en el estío con colores nuevos de flor y fruta, y en el otoño se enmascaraba, se caía, se hacía grietas.
A veces perdía los brazos entre lágrimas de savia: nunca comprendió por qué. Quizá fuera porque se daba la mano con el árbol de al lado y sus sombras huecas no dejaban ver el cielo, pero siempre creyó que no les gustaba que les vieran juntos.
Creció, se hizo alta, rígida. Le crecieron manos abiertas, traslúcidas. Algunos nombraban su sangre y sus huesos con nombres fríos y asépticos: era mejor llamarlos "vida".
Se desnudó en invierno, incongruente, y desde entonces lo hacía cada año. Recuperaba su verde bajo la lluvia de abril. se vestía de gala en el estío con colores nuevos de flor y fruta, y en el otoño se enmascaraba, se caía, se hacía grietas.
A veces perdía los brazos entre lágrimas de savia: nunca comprendió por qué. Quizá fuera porque se daba la mano con el árbol de al lado y sus sombras huecas no dejaban ver el cielo, pero siempre creyó que no les gustaba que les vieran juntos.
lunes, 27 de julio de 2015
Fuego
El fuego que había devorado su hogar sería aquel que le devolvería su vida al fénix.
Las llamas que abrasaron su piel fueron las mismas que en el pasado protegieron a sus ancestros.
Ahora que estaba frente a su hogar roto, gris y negro, se permitió el dudoso lujo de dar las gracias.
Las llamas que abrasaron su piel fueron las mismas que en el pasado protegieron a sus ancestros.
Ahora que estaba frente a su hogar roto, gris y negro, se permitió el dudoso lujo de dar las gracias.
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