viernes, 20 de febrero de 2015

Unlighted and breached (elegía de vergüenza)

Si escribiera sin pensar,
no lo haría con tinta,
sino con sangre;
hoy he amanecido en rojo,
y no sé si se lo debo
al camarada Vladimir,
o a que mi maldito diente
se clava igual en mí
que todo lo que he hecho mal
en el tiempo en que se seca un clavel.

Me sabe la boca a metal,
quizá porque el corazón se asoma fuera,
y le gusta el panorama.

Por otro lado, no me extraña.
El viento se vuelve en contra,
los adoquines se levantan
y te hacen tropezar,
la ciudad que pintas nunca será bastante hermosa,
y todo ello nos arrastra
a una solución desesperada.

La mejor opción sería
entregarme a un nuevo vicio,
arrepentirme del camino,
abrazarme a un cuerpo cálido,
fingir que amo,
arrepentirme después,
y volverlo a hacer.

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