He aquí mis versículos de acero,
tinta que empapa mis venas de plata.
Hoy el sol azul salió primero,
al que tu alma verde agua desacata.
Me contraigo y me deshago a tu llamada
en la plaza que reina en la noche tibia,
esta feérica penumbra malhadada.
Caderas de blanca belladona,
dulce tallo de suave y áurea desnudez,
en tus labios la desgracia me abandona,
y bajo tu ombligo me invade la mudez.
Crepita al amanecer mi voz truncada;
ya te escapas con anhelos de calíria
y el estruendo de cristal de una cascada.
Tu alma rota contra el cielo desespera
por si la proxima noche no está entera.
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