sábado, 17 de octubre de 2015

Pesca de infortunio

-No tienes ni la menor idea, ¿verdad?
-No. Me caí, me tropecé, yo qué sé.
-La perdiste.
-Sí, bueno, la perdí, había mucha gente, ¿vale?
-Pues lo vas a tener difícil para salir de esta. Y yo no pienso ayudarte; no esta vez.
-Venga, Jher, no me hagas esto.
-La última vez deberían haberte arrancado los brazos sólo por soltarle la mano un momento, y conseguí que no lo hicieran. Esta vez no tiene excusa; ya sabes lo que pasa cuando se deslocaliza un príncipe de poder.
-Sí, lo sé, ¡pero, joder, no ha sido culpa mía, Jher! ¡Fue esa estúpida…!
-¡No lo digas! Seguimos sin ser suficientes, y no va a haber tiempo, Cui. Lo siento.
-Ya, imagino. Ay, joder, no me lo puedo creer…
-No lo pienses más. Ya debe quedar poco.
-No me lo recuerdes. ¿Tienes nacimiento? Para antes de que…
-Sí, sí, entiendo. Ten, toma. Yo tengo que irme.
-¡Espera! ¿Tú crees que podríamos haberlo roto?
-Estamos a punto. Dos más y lo habremos conseguido.
-Dos más… y pensar que no voy a verlo…
-Podrás verlo, desde atrás.
-Ya, claro. Eso pensaba Schyw.
-Schyw y Slackmewr también estarán atrás. No pierdas la esperanza. Nos veremos si es cierto todo lo que dicen.
-Ya los oigo. Suerte, Jher. Hazlo por mí.

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