No sabía que Salamanca tuviera esta luz de despedida.
Me la brindó mientras viajaba de vuelta
hacia la noche
envuelto en viejas canciones
que ahora toman nuevos sentidos.
Y mientras tanto
sabía que una parte de mí te esperaría
cuando volvieses
a bañarte con las luces fluorescentes,
a bailar con tus ratas
con tu particular Mezcla Alucinante.
Me encontrarías en tus baquetas,
que ahora
me miran como a un igual
en tus sábanas revueltas,
que conocen nuestra risa y nuestros gemidos,
nuestras caricias
y nuestras palabras banales.
Sobre todo
nos recordaría a nosotros
tal como fuimos
durante unos días irrepetibles.
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